Tropiezos

  Meripoza, 28

Duele tu recuerdo que se adentra en cada conversación aquel que llega sin ser llamado y se entrelaza entre mis cabellos para quedarse reposando en la habitación; tanta nostalgia no está diseñada para ser guardada en un corazón. Tu barbilla no sonriente adereza esas charlas llenas de datos curiosos, tus brazos fuertes fijan ese abrazo de refugio que aún anhelo para dejar todo esto y todo aquello impregnado a mi. Me dueles aquí, en las lágrimas amontonadas en la garganta, me dueles aquí ausente y tan palpable, me dueles con tu vaivén que eleva y tiende sobre el piso cubierto de desprecio y cruel orgullo. ¿A qué juegas hombrecillo, a qué juegas mujercilla? si eres indeleble como tu amor efímero y fugas. Vete lejos donde mis pensamientos no te puedan alcanzar, donde la memoria borre quien fuiste, quien eres y quién serás. No quiero refugiar mi corazón en tu lecho amargo, quiero quietud y zozobra que aunque martirisante fiel es y no un vaivén que me lleva consigo hasta lo más helado de su corazón. Me dueles ausente porque no te quieres ir. Y hubo silencio, no solo el dolor carcome los pensamientos, las promesas y sueños rotos eran aquello martirisante para el ingenuo corazón que no conseguía menguar y callar todo esto que siento. Si te vas lleva contigo todo lo que dejas olvidado, tu aroma, tus dulces besos, las charlas sin sentido y te obsequio mis oídos; No quiero recordar cómo suena esa canción, no quiero recordar cómo suena esa canción sin ti aqui. El olvido trae consigo nostalgia y un profundo sentimiento de zozobra, el olvido trae consigo calma y quietud cuando se ha culminado su finalidad... Olvidar.